“Este año voy a perder 5 kilos y me apuntaré al gym”
“Voy a empezar clases de guitarra y hacer un curso de cocina…”
Y la lista podría continuar por páginas enteras, pues, somos muy dados a eso de hacernos promesas al aire que bien sabemos no vamos a cumplir. En realidad, esta lista de propósitos de año nuevo no tiene nada de malo. Por lo menos, en un recóndito rincón de nuestro ser, tenemos la intención de mejorar algo en nuestra vida.
El problema surge cuando queremos trasladar esa lista de deseos irrealizables a nuestro negocio. Muchos dueños de negocio se plantean metas que se parecen mucho a su fantasiosa lista de propósitos de año nuevo. La diferencia es que en el caso de tu empresa, los deseos no se desvanecen con la resaca del primer día del año.
Las metas que nos planteamos dentro de nuestro negocio son mucho más que simples anhelos, son acciones que tienen consecuencias. No cumplir tus propósitos en el negocio es muy, muy peligroso. Y, no solamente reflejan una falta de consistencia en tu voluntad sino que puede poner en entredicho tu capacidad de liderazgo.
Es por esta misma razón que antes de hacer pública tu lista de propósitos, te fijes en un par de cositas. En primer lugar, debes analizar la viabilidad de tus deseos y cuán cercanos a la realidad están. En ello, debemos seguir una metodología práctica, conocida por muchos y seguida por muy pocos.
El ABC de tus propósitos de negocio
A diferencia de nuestra vida personal, no cumplir tus metas en tu negocio puede ser un error de cálculo muy costoso. La capacidad de liderazgo está estrechamente ligada al cumplimiento de objetivos, pues demuestra tu capacidad de guiar a tu empresa hacia su futuro. Los líderes más audaces son aquellos que siempre tienen un balance positivo entre los objetivos planteados y cumplidos.
Lamentablemente, a nadie parece importarle mucho si el objetivo que te has planteado era muy ambicioso o imposible de realizar. Tampoco parece importar mucho si el aprendizaje logrado ha sido increíble. Al final del día, pareciera que sólo importa cuántos objetivos has logrado dentro de tu lista de propósitos.
Muchos líderes cometen el pecado capital de confundir deseos con objetivos sin mayor detenimiento y reflexión. Algunos de esos objetivos se plantean sin antes haber pasado por el tamiz de la razón. Consecuentemente, no se hace una primera comprobación de la viabilidad de cada objetivo relacionado con las propias capacidades, entornos o competidores.
El resultado de esta irreflexión es una lista de metas que serán sistemáticamente incumplidas pues mueren antes de nacer. Además de herir profundamente la motivación general, plantear un objetivo irrealizable pondrá en entredicho tu conexión con la realidad del negocio. Antes de lanzarte con entusiasmo a comunicar una lista de objetivos faraónica, lo más recomendable es responder a estas preguntas:
¿Conoces tu lugar?
Si tu negocio es un pequeño desarrollador de software con recursos limitados… ¡No digas que vas a destronar a Microsoft del mercado! Si tienes una pequeña tienda online… ¡No digas que superarás a Amazon!
Es decir, si tus sueños te llevan a querer dominar un determinado mercado, lo mejor es saber cuál es tu lugar en ese mercado. En los negocios no hay Davids contra Goliats, no hay simpatía por el valiente ni hay compras por pena.
Si tienes planteado luchar cuerpo a cuerpo con los líderes de tu sector, más vale que estés preparado pues se defenderán con toda su artillería. La historia de los negocios están plagadas de ejemplos de negocios pequeños y prósperos que tuvieron el mal tino de iniciar una pelea con un coloso.
¿Has analizado tus recursos?
Los americanos tienen un dicho que dice en inglés: “Careful with what you wish… It might become true” Algo así como, cuidado con lo que deseas porque puede hacerse realidad. En el e-commerce, este consejo se hace realidad muchas más veces de las que hoy fracasadas empresas habrían deseado.
Apuntar alto está súper bien. De hecho, es la única manera de crecer. Pero, al mismo tiempo debes plantearte si estás en capacidad de responder a un aumento de tamaño. Si quieres multiplicar tus ventas, debes saber que necesitarás más inversión y recursos adicionales.
Además, debes considerar si tienes la capacidad logística y técnica para responder a un aumento de tus ventas. Asimismo, pregúntate si tu empresa tiene el recurso humano, tecnológico y financiero para responder a un rápido crecimiento. No tener capacidad de responder a un mercado hambriento es la mejor forma de fracasar en tus objetivos.
¿Tu equipo está capacitado para cumplir?
Muchas empresas olvidan lo importante que es un equipo bien formado y técnicamente capacitado para cumplir sus objetivos. También (y creo que es aún más importante) muchas empresas olvidan cuán importante es tener un equipo motivado, emocionalmente estable y comprometido. Y no es que la capacidad técnica sea más importante que la capacidad emocional, es que una sin la otra es inviable.
Es decir, un equipo brillante en sus capacidades duras pero inepto en sus capacidades blandas será un lastre en tus objetivos… ¡Y la culpa de tener un equipo deficiente no es de nadie más sino tuya!
El éxito de muchos de los hoy gigantes corporativos asiáticos se debe en buena parte, a que mucho antes de iniciar sus planes de expansión se dedicaron a formar equipos. Por décadas, las Hyundai, Toyota, Sony y tantas otras más, se dedicaron a formar sus futuros ingenieros, contables, administradores y gerentes. Esta formación acuciosa y paciente dio resultados pues supieron cómo responder ante todos y cada uno de los retos de la empresa.
Si consideras que hay vulnerabilidades en tu equipo, es preferible posponer tus objetivos hasta tanto no tengas un equipo fuerte. Por otro lado, si no hay la motivación o el compromiso necesario, quizá sea hora de cambiar tu forma de comunicarte con tu equipo.
¿Has aplicado la fórmula SMART?
La fórmula SMART es bastante sencilla pero tiene connotaciones increíbles. Esta metodología nos dice que cada objetivo debe ser Específico, Medible, Alcanzable, Relevante y Delimitado en tiempo.
Si tus objetivos son abstractos, inespecíficos, fuera de lugar o imposibles de medir, nunca podrán ser aplicados. Al mismo tiempo, si no hay un límite de recursos (incluyendo al tiempo como un recurso irrecuperable), no habrá manera de saber en qué fase del cumplimiento de objetivos estás.
Tu empresa debe crear una estructura que te permita hacer seguimiento de los objetivos y medir su progreso. Aquí, la comunicación juega un rol fundamental y en ello debes involucrar no sólo a tu equipo sino a toda tu cadena desde proveedores hasta clientes.
¿Tienes capacidad de comunicación?
En muchísimas ocasiones, las empresas no consideran cómo el cumplimiento de objetivos puede afectar su posición de mercado. En la mayoría de estos casos, el problema está en fallos imperdonables en la comunicación con el equipo interno, los socios, proveedores y clientes.
Salvando aquellos planes que deben ser confidenciales por obvias razones estratégicas, debes comunicar a tu entorno cuáles son tus planes generales. Especialmente si en la implementación se afectan tus capacidades de respuesta, logística, precios, finanzas o calidad. Te sorprenderás cuán agradecidos estarán todos tus relacionados con que los invites a participar en el cumplimiento de tus metas. Mira sólo algunos ejemplos de esta participación:
- Socios e inversionistas: Lo más lógico es que tus inversores y socios sepan a dónde diriges el barco. Muy especialmente, si estos nuevos planes implican nuevas inversiones o reducciones en los beneficios de la empresa.
- Proveedores: Si para ejecutar un plan debes invertir mayores recursos y tu capacidad de pago o el tamaño de tus pedidos se afectan, los proveedores deben saber el porqué y no dejarles nunca sacar sus propias conclusiones. Casi siempre, estas conclusiones son erróneas y tu imagen como cliente confiable puede afectarse.
- Clientes: Los clientes son los primeros en cambiar de proveedor cuando notan cambios que les afecten. Pero, si has hecho los deberes, los clientes entenderán que son coyunturales y que pronto todo volverá a la normalidad e incluso, habrá mejoras.
No consideres nunca a tus planes como secretos de estado, impenetrables y de sumario. Obviamente, debes tamizar la información y segmentar quién, cómo y cuándo debe saber cada elemento.
No temas a buscar la asesoría de especialistas en comunicación para hacer la conexión entre tus objetivos y tu entorno. Buscar el respaldo de profesionales de la comunicación te permitirá acelerar tus planes y hacerlos una realidad tangible.